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Uzbekistán: viaje a la Ruta de la Seda | #MiércolesViajeros

13/10/2021

Samarcanda, Jiva o Bujara son algunas de las ciudades míticas en este destino de leyenda

Un viaje a la Ruta de la Seda es mucho más que alcanzar un destino: es sumergirse en una leyenda viva, en un cruce de caminos que encierra misterio, belleza, lujo y hospitalidad.

La Ruta de la Seda es uno de los denominados ‘grandes viajes’ que toda alma viajera desea escribir en su bitácora vital. Se trata de un itinerario creado hace más de 2.000 años para conectar China con los mercados occidentales para transportar los valiosos tejidos de seda, auténticos tesoros que llegaban a valer incluso más que el oro.


Viaje a la Ruta de la Seda: de Samarcanda a Jiva

La Ruta de la Seda original era una complicada urdimbre de caminos de hasta 8.000 kilómetros. Tenía su origen en la actual Xi’an para finalizar en la antigua Constantinopla (que hoy conocemos como Estambul). Estas arterias comerciales no sólo serían para transportar mercancías: con el paso de los siglos se convirtieron en auténticos vehículos de conocimiento y cultura que han dejado un legado patrimonial de incalculable valor.

Uzbekistán acoge el corazón de la antigua Ruta de la Seda. Concretamente la zona que sirve de frontera natural entre el territorio uzbeko, Afganistán y Turkmenistán. Y hasta allí volamos en estos #MiércolesViajeros de leyenda.

Lo que hoy conocemos como Uzbekistán fue durante siglos un cruce de caminos, culturas y civilizaciones. Por allí pasaban miles de caravanas cargadas con el preciado material de la Ruta de la Seda en su trayecto de China e India al Oriente Medio y el Mediterráneo.

Nombres míticos como Samarcanda, Bujará o Jiva jalonan este viaje por tierras que han sido el escenario del ascenso y el declive de los poderosos imperios de Alejandro Magno, Genghis Khan y Amir Temur; las guerras destructivas, el auge del pensamiento científico y la construcción de las obras maestras de arquitectura. 


Samarcanda 

Samarcanda es, quizá, una de las ciudades más conocidas y legendarias de la Ruta de la Seda. Allí se encuentra la plaza más espectacular de Asia Central: el Registán. 

Levantada entre los siglos XV y XVII, el Registán fue el punto de encuentro de todas las arterias de Samarcanda y sede del bazar principal de la ciudad. La plaza de tres lados está rodeada por sendas madrazas: la madraza de Ulugbek (1417-1420), la madraza de Sher-Dor (1619-1636) y la madraza de Tilla-Kari (1647-1660). En el siglo XVII en Registán se construyeron dos edificios monumentales más: la madraza de Sher Dor y la de Tilla-Kari, que destacan por su tamaño impresionante y la riqueza de la decoración.

En Samarcanda también es imprescindible la visita al mausoleo Gur-Emir, el sepulcro de los Timúridas donde hasta hoy en día yacen los restos mortales del gran adalid Amir Timur. Según cuenta la leyenda no se podía abrir su tumba, porque si la abrías habría una guerra cruenta. Junto a la leyenda, los hechos, quizá casuales: los científicos abrieron la tumba en junio de 1945 y al día siguiente Hitler atacó la URSS. 

Otro monumento ineludible es la mezquita Bibi-Khanim (s. XV), que fue construida por orden de Tamerlán, en la que trabajaron los 200 mejores arquitectos, 500 constructores y 95 elefantes de la India. 


Bujara

Bujara es otra de las grandes joyas uzbekas. Allí encontramos el Mausoleo de los Samánidas (ss. IX – X), que es la perla de la arquitectura de Asia Central. Es el sepulcro familiar de los representantes de una dinastía local, cuyo fundador fue Ismail Samani. El mausoleo es único en su género.  Está construido según las tradiciones religiosas preislámicas, aunque su construcción coincide con la difusión amplia del islam en Asia Central. 

La ciudadela Ark es la fortaleza más antigua e impresionante de Bujara. Aunque su aspecto moderno responde a una restauración de finales del siglo XVIII, el conjunto central, Poi-Kalan, se construyó entre los siglos XII y XVI. En él destaca su minarete, de 46 metros de altura, que se ha conservado desde el año 1127 y ha sobrevivido a multitud de guerras e invasiones. 


Shajrisyabz

Todos los monumentos de Shajrisabz de una u otra manera están relacionados con el gran Amir Timur y su familia, porque este famoso adalid nació no lejos de la ciudad y aquí vivió. 

En el patrimonio de la zona destaca su palacio Ak-Saray, una construcción del siglo XIV de la que poco queda conservado, así como el conjunto Dorus Siadat (Lugar del Poder). 


Jiva

La antigua Jiva es una verdadera ciudad de cuento convertida en realidad, que sorprende al viajero entre monumentos históricos y antiguas casas de barro.

Ichan-Kala es la parte más antigua de la ciudad, donde se encuentran los más valiosos tesoros del patrimonio cultural:  el alcázar Kunya-Ark y el mausoleo de Pajlaván Majmud (ss. XIV-XIX), que tiene la cúpula más grande de Jiva, cubierta de azulejos color celeste, con una cima dorada. También destaca el minarete islam Khodzha, de más de 56 metros de altura, con una fabulosa albañilería ormanentada con profusos esmaltados. La madraza de Mukhammadaminkhan y el alcázar Akshish-Bobo son también puntos de visita obligada en Jiva.


Tashkent

Tashkent es la actual capital de Uzbekistán y una de las ciudades más antiguas de Asia Central. Allí no podemos dejar de visitar la plaza Khast-Imam, la madrasa de Barak-Khan, el mausoleo de Kaffal-ash-Shashi, la madrasa Kukeldash y el mercado más antiguo, el Bazar Chorsu



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